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La escala espacial es determinante en este debate.

Como continuidad de “El metro subterráneo está en PROA” se presentan aquí, y en sucesivas salidas, algunas reflexiones que pueden aclarar aspectos que buscan dar claridad –y serenidad– al actual debate sobre el metro de Bogotá.

Una primera claridad crucial es hacer la siguiente diferencia:

No es lo mismo debatir sobre un tren elevado trazado sobre una gran avenida como lo son la avenida de las Américas, la calle 26 o la Autopista Norte, donde el “canal” urbano puede tener hasta 100 metros de ancho (troncales); que hacerlo sobre un tren elevado trazado dentro de vías antiguas en sectores centrales como lo es la avenida Caracas entre la calle Primera y Héroes, con un “canal” urbano que no sobrepasa en varios puntos los 40 – 50 metros.

La segunda claridad, muy asociada a la anterior, tiene que ver con la configuración histórica de los ámbitos urbanos señalados.

El primer ámbito responde al desarrollo urbano posterior a los años setenta del siglo XX, con complejos industriales, residenciales y, ahora, comerciales que cuentan con amplios andenes y cordones verdes a lo largo de esas vías (mapa de Bogotá que encabeza ilustra estas claridades).

El segundo ámbito corresponde a la herencia de la mitad del siglo entre los años treinta y setenta, con dos zonas muy claramente diferenciadas (en términos muy generales porque en las últimas décadas los cambios de uso y el deterioro ha marcado la diferencia):

La primera zona, de la calle Primera a la calle 26, más de comercio y servicios, menos de vivienda, y que ha sido sometida a cirugías profundas con cicatrices que no han sanado aún pero que marcan un sector en alto deterioro social, urbano y ambiental, además característico de los sectores centrales antiguos de toda ciudad.

La segunda zona de vivienda de la nueva clase media y que en algunos tramos sobre la Caracas se consideran sectores de interés cultural (por corresponder a la nueva ciudad de mitad del siglo XX) mezclado, nuevamente, con sectores en deterioro (con origen en los comienzos del siglo XX) que la empresa privada esta “renovando predio a predio”.