Cuando Carlos Martínez decide hacer el relevo generacional en la dirección de la Revista PROA, puso su atención en su sobrino, Lorenzo Fonseca Martínez, recién graduado en arquitectura en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Corría el año 1970 cuando Carlos invitó a Lorenzo a apoyarlo en la revista y le asignó al cargo de subdirector, tal como aparece en la revista 206 de marzo de ese año.
Lorenzo Fonseca nació en Bogotá y realizó sus primeros estudios en el Colegio Teusaquillo, llegado al grado 5º ingresó al Colegio San Bartolomé de La Merced, regentado por los jesuitas, para hacer el bachillerato. Entre 1955, su graduación de bachiller, y 1960, cuando regresó a Colombia, estuvo en Estados Unidos, donde hizo estudios de agricultura ornamental con miras a un posgrado en Paisajismo (programa que no se ofrecía, y aún hoy no se ofrece, en el país). A su regreso, en asocio con el Vivero El Pinar (de la “mona” Casís) abrió un negocio de plantas en Chapinero y asumió trabajo en tierras de Subachoque.
Inició sus estudios de arquitectura en 1963, siendo becado por excelencia desde el primer semestre. Se graduó como arquitecto en 1968 y durante estos estudios tuvo la fortuna de conocer a los pioneros de la arquitectura moderna, todos ellos profesores de la Carrera de Arquitectura (Arturo Robledo, decano en ese momento, Dicken Castro, Enrique Triana y Rafael Maldonado, entre otros). Además, tuvo como profesor de Historia del Renacimiento y Barroco al arquitecto Alberto Saldarriaga Roa, quien habría de ser su socio en el Centro de Estudios Ambientales, Ceam, entidad creada por ellos dos con ocasión de una investigación arquitectónica histórica para una exposición en el Centro Colombo Americano en 1976.
En un receso de su subdirección en la revista PROA adelantó estudios de posgrado en Inglaterra y viajó por este país y parte de Europa. Al regresar, comenzó de lleno su experiencia de vida que se ha dividido en seis áreas, todas ellas con resultados reconocidos:
- La docencia, en la que funge más como “maestro” que como profesor.
- La investigación en aspectos históricos y culturales del medio ambiente, la ciudad y la arquitectura, en el Centro de Estudios Ambientales, Ceam, primero, luego en Agencia Patrimonial en asocio con Jorge Caballero, y también como independiente o en asocio con otros profesionales.
- La dirección de la revista PROA (decana de las revistas de arquitectura en Latinoamérica) desde 1972, que derivó en producción editorial.
- La museología, relacionada con la cerámica precolombina que le permitió un aprendizaje profundo sobre el tema.
- La fotografía, que se constituye en una forma particular de ver el mundo y de expresión estética.
- El cine, cuyo resultado han sido ciclos con diversas características y temas que ofrecen a su público inesperadas y enriquecedoras comprensiones de la espacialidad en la existencia humana a través de este medio visual.
Lorenzo Fonseca como maestro
Recién graduado de la Universidad Nacional (febrero, 1969) Lorenzo ingresó en plan experimental como docente a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes a dirigir, de la mano de Jacques Mosseri, a un grupo de estudiantes en su último semestre de estudios, entre ellos estaban Benjamín Villegas y Eduardo Samper. Pasó la prueba y en los siguientes semestres entró a trabajar en la asignatura Proyecto en cuarto semestre con profesores como Luis Eduardo Torres, Ernesto Jiménez y Alfonso García Galvis; entre los alumnos estuvieron Guillermo Restrepo, Francisco Angulo y Germán Bustamante.
Se retiró de la Universidad de los Andes a mediados de 1971 para aprovechar la beca para estudios en el exterior que obtuvo en la Universidad Nacional de Colombia. Se dedicó a los estudios de posgrado por dos años en Inglaterra, tiempo durante el cual, si bien se alejó de la práctica pedagógica, mantuvo ese tema ya que su trabajo de posgrado, desarrollado en asocio con Andrés Orrantia, estaba directamente relacionado con la docencia: “Notes on Architectural Teaching”.
Recién llegado de Inglaterra, en enero de 1974, Lorenzo se vinculó a la Carrera de Arquitectura de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. En asocio con Andrés Orrantia, Alberto Saldarriaga y Jorge Espinel estructuraron un pénsum que buscaba innovar en los dos primeros semestres en la carrera de Arquitectura, lo que involucraba no solo diseño sino la inclusión del novedoso tema del medio ambiente. Es por esto que a los grupos que se formaron en ese momento bajo esa innovación y lo que se generó en ellos, los empezaron a llamar coloquialmente “los niños del Brasil”. En este grupo están arquitectos que permanecen muy próximos a ellos (Claudia Burgos, Jorge Caballero, Jaime Franky, Jaime Abad, Germán Cantor, Claudia Romero, Pedro Urbano, Doris Almanza, entre otros).
El paso por la Universidad Nacional fue corto y nuevamente se vinculó con la Facultad de Arquitectura de Universidad de los Andes. A finales de la década de los años setenta y comienzos de la siguiente estuvo vinculado con la misma asignatura Proyecto 4 y con el área de Teoría e Historia. En esa época, entre otros, sus alumnos fueron Leopoldo Combariza, Silvia Kraus y Manolo Salazar.
En los Andes, en la década de los años 90, dictó una electiva de historia que se preparaba durante un semestre y se dictaba en el siguiente. Se trataba de investigar, con el apoyo directo de los estudiantes, un periodo significativo de la historia de la arquitectura y entre todos en cada clase se escenificaba una etapa de ese periodo: cada estudiante asumía el rol de un arquitecto, un gobernante o una región geográfica. Así se dictaron 10 temas y cada uno se sintetizaba para hacer una representación de una hora para toda la facultad al final de semestre. En esos grupos estuvieron Alberto Escovar, Luis Carlos Colón, Eduardo Ángel, entre otros. En el curso de teoría se produjo, con un grupo de estudiantes, una guía arquitectónica de Bogotá, 1964-1980, que buscó continuar la labor de la que la SCA había editado hasta 1964. Entre los estudiantes que participaron están: Diego Oleas, Luisa Samper, Manuel Jiménez, Marcela Ángel, Rodrigo Piñeros, Luis Steinvortz.
Además, durante esta década tuvo participaciones esporádicas en la Universidad Javeriana en Proyectos de Grado de Arquitectura y en seminarios de investigación en la Facultad de Arquitectura de Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Cartagena, que los estudiantes coloquialmente llamaron de “insolación”.
En el año 2000 se vinculó a la Pontificia Universidad Javeriana como docente de Teoría Arquitectónica en la Facultad de Arquitectura y Diseño. Hasta la fecha ha estado en la Javeriana donde ha tenido la teoría como eje principal de su ejercicio docente, y aportando en los talleres de investigación de trabajos de grado y en la dirección de los mismos. De igual modo, desarrolló la asignatura Historia del Patrimonio para la maestría en Restauración de Monumentos Arquitectónicos (luego denominada Patrimonio, Cultura y Territorio) y, además, ha dirigido trabajos de grado para este nivel académico. Hizo seminarios sobre patrimonio en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (2008).
Durante este mismo periodo adelantó, en asocio con Jorge Enrique Caballero Leguizamón, un seminario de Patrimonio para la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Colombia (2003), la asesoría para la estructuración del programa para la Especialización de Intervención del Patrimonio Construido en la Unidad de Posgrados de la Universidad La Gran Colombia (2004) y la asesoría para el mismo propósito anterior en la Facultad de Estudios Patrimoniales de la Universidad Externado de Colombia (2010).
Su aporte más destacado en este ámbito de sus actividades ha sido el de trascender la noción de profesor para convertirse en verdadero maestro, entendido como aquel que ilumina el sendero del alumno, bajo la premisa de que este debe aprender como aprehender, y construir él mismo su propio conocimiento a partir de la reflexión y la discusión. Muchos de los que lean estas líneas seguramente fueron sus alumnos y pueden dar fe de esta particularidad docente de Lorenzo Fonseca Martínez.
Lorenzo Fonseca como director de la revista PROA y editor
Con los cambios naturales de contexto cultural (político, económico y social) en la década de los años setenta, cuando Lorenzo comienza a dirigir la Revista PROA, el tema de la arquitectura moderna que fue casi la razón de ser y el origen de PROA ya era historia. Y, precisamente, Lorenzo miró hacia esa historia, entendida en este caso, como arquitectura patrimonial, como nuevo énfasis de trabajo para la revista.
Esa decisión (que no dejo a un lado la buena arquitectura que se siguió publicando) llevó a incentivar los contenidos de tema histórico y patrimonial. Muy pronto, por el crecimiento del interés por este tema, se decidió iniciar la campaña “Para Salvar Nuestro Patrimonio Arquitectónico” en la entrega No. 288. El eslogan fue “Únase a los que pensamos construir futuro sin destruir los testimonios del pasado” y se promovió un concurso de ideas para el logo símbolo de la campaña que fue ganado por Daniel Motta, estudiante de arquitectura de la Universidad de los Andes. Esa campaña se mantuvo hasta el más reciente número 455.
Pero los cambios de contenidos debían estar acompañados de cambios de imagen al tenor de los tiempos. De esta forma, cuando llegó Lorenzo como subdirector en 1970 hizo un cambio en la retícula diagramática con los elementos tradicionales de la revista. Durante los últimos cuarenta años se hicieron tres cambios de imagen de la revista PROA. El primero (julio de 1976, con treinta años de vida) fue contratado con Multidiseño de Gustavo Gómez y Rodrigo Fernández, diseñadores gráficos que propusieron nuevo logotipo, caligrafía y diagramación. El segundo (1991, a los cuarenta y cinco años) que fue adelantado por Proyectos Audiovisuales con Alfonso Rodríguez quien realizó cambio en logotipo y diagramación. El último (1998, a los cincuenta y dos años) fue elaborado por el arquitecto dedicado al diseño gráfico Germán Cantor, quien mantuvo la base de diseño de carátula con cambios de posición y tipo de letra, la diagramación interna fue transformada.
Lo más destacado de esta faceta editorial con motivo del manejo de la Revista, derivó sin solución de continuidad en contratos editoriales con entidades oficiales como el Instituto Colombiano de Cultura en la Subdirección de Patrimonio y el Ministerio de Cultura, la primera, interesadas en dar al público manuales, guías, índices y material documental de congresos y encuentros de especialistas. De esta primera experiencia se deshilvanaron muchas otras, lo que llevó a formar una razón social denominada L.Fas Producciones Editoriales (Claudia Burgos Ángel y Jorge Enrique Caballero Leguizamón, como socios de Lorenzo) que tiene a su haber unos doscientos títulos editados, de entidades como el Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, la Subdirección de Monumentos Nacionales del Instituto Nacional de Vías, la Fundación Social, Premio Corona, entre otras muchas.
Lorenzo Fonseca como investigador en Ceam Ltda. e independiente
La primera historia extensa sobre la arquitectura colombiana titulada “Aspectos de la Arquitectura Contemporánea”, fue el principal detonante de la actividad investigativa de Lorenzo quien, asociado con Alberto Saldarriaga Roa, constituyeron el Centro de Estudios Ambientales, Ceam Ltda., contratada por el Centro Colombo Americano para desarrollar la investigación que inicialmente estaba dirigida a una exposición fotográfica de la arquitectura moderna en Colombia.
Lo más destacado de esta empresa de investigación fue la profunda y constante reflexión, fundamentada documentalmente sobre todos y cada uno de los temas estudiados. “Aspectos de la Arquitectura Contemporánea” sirvió como excusa para plantear una visión sobre la investigación en Colombia, por lo que se constituyó en la matriz sobre la cual se desarrollaron todos los trabajos posteriores. Entre otras, y quizás la de mayor amplitud territorial y alcance investigativo, fue la de la arquitectura rural en Colombia que derivó y se complementó con estudios especiales sobre los asentamientos tradicionales, una dupla investigativa desarrollada entre 1970 y 1990 que muestra el panorama de la arquitectura no oficial en Colombia. Esta arquitectura tradicional es obra de los colombianos a lo largo de siglos de historia, pues concita los aportes amerindio, español, africano y de las sucesivas migraciones de varios continentes, cuando aún no había sido sometida al efecto devastador que la arquitectura moderna le produjo posteriormente. Otras investigaciones tocaron aspectos como el espacio público, la historia urbana y social asociada a estudios urbanos para sectores históricos y un sinnúmero de temas sobre reglamentaciones, guías arquitectónicas y arquitecturas en sus diversas expresiones y usos.
De manera personal Lorenzo ha desarrollado investigaciones en campos como los planes de ordenamiento territorial, estudios patrimoniales para los sectores de interés cultural en Bogotá, tecnologías históricas como patrimonio, temas de valoración para desarrollar planes especiales de manejo y protección de bienes de interés cultural y sectores históricos.
El cúmulo de esta experiencia le ha significado convertirse en asesor permanente en temas patrimoniales desde la década de los años noventa en las entidades relacionadas con este tema del orden distrital y nacional y de las administraciones distritales durante lo corrido de este siglo.
Lorenzo y el patrimonio arquitectónico bogotano
Su compromiso con el patrimonio cultural, especialmente en el tema de bienes inmuebles, se evidencia no solo en la campaña de protección que se ha llevado a través de las páginas de PROA y en los múltiples estudios sobre el tema en los que ha estado involucrado durante su ejercicio profesional sino también en su activa y continua participación que desde 1993 desempeña como miembro del organismo creado por la Alcaldía de la ciudad para la protección del patrimonio capitalino, institución que bajo diferentes apelativos ha estado a cargo del estudio y protección de los valores patrimoniales de los inmuebles inscritos en los listados de bienes de interés patrimonial. Este organismo hoy, 2017, se denomina Consejo Distrital de Patrimonio Cultural.
Lorenzo como cinéfilo
Este curioso ejercicio docente lo comenzó Lorenzo como profesor de Teoría, materia dirigida a ofrecerles a los estudiantes de arquitectura herramientas conceptuales sobre el manejo de la espacialidad. Así, lo estructuró, por obvias razones, hacia la comprensión de la espacialidad humana en sus distintas expresiones: el espacio público y privado como categorías básicas y el espacio público y/o natural transformado en sus infinitas versiones. Esta programación, por ser materia electiva y por estar abierta a todas las facultades de la universidad, comenzó a despertar el interés de grupos de estudiantes de otras especialidades (abogados, nutricionistas, ingenieros o economistas, entre otros) quienes, gracias a las orientaciones del “maestro” dirigidas a enfocar la atención en los aspectos cinematográficos lograban entender un tema ajeno a su disciplina en un “proceso de enseñanza-aprendizaje” que Lorenzo aplica con especial destreza.
Aprovechando esta experiencia la Biblioteca de la Javeriana le solicito estructurar ciclos de cine que evidenciaran la riqueza acumulada de películas en su archivo, así se creo el BIBLIOCINEMA que desde el 2013 viene presentando ciclos semestrales sobre diferentes temas. Actividad lúdica dirigida a la familia javeriana. La temática se centra en las expresiones de la existencia humana que gracias al cine se pueden visualizar en muchos lugares del mundo, en todas las épocas y desde múltiples ópticas. Lo recorrido muestra la potencialidad de esta propuesta de formación “en humanismo” a través del séptimo arte.
Lorenzo como fotógrafo
Toda la actividad investigativa, sobre todo aquella que implica recorrer las geografías colombianas, fue el escenario en que se manifestó claramente la veta artística con la mirada fotográfica de Lorenzo hacia el territorio, entendido como el hábitat humano, allí donde se desarrolla la vida humana y se expresan todas las facetas de la cultura.
Diversidad geográfica y étnica constituyen un panorama amplísimo en el cual se mantiene la actividad fotográfica de Lorenzo. Los recorridos para las investigaciones sobre la vivienda rural y los asentamientos tradicionales fueron el motivo central en una primera etapa: las formas, los colores y las texturas de la casas campesinas y de los poblados, junto con los rostros de sus habitantes y la naturaleza inserta en esos hábitats, eran eventos comunes que se magnificaban tras pasar por el lente fotográfico que recogía lo esencial y característico de cada lugar, cada rostro y cada elemento natural. Igualmente sucede con su interés en el patrimonio arquitectónico.
Esta actividad ha permitido producir varias publicaciones que dan cuenta de esta faceta vital para Lorenzo. Primero en las publicaciones de vivienda rural y de asentamientos tradicionales en los cuales sus fotografías (junto con las de Alberto Saldarriaga) son definitivas para caracterizar regiones y grupos humanos. Este trabajo fotográfico sirvió como respaldo investigativo y abrió la posibilidad de desarrollar labores netamente fotográficas, es el caso del libro “Los colores de la calle” (también con Alberto). La agencia Colombian Tourist logró, con fotografías de Lorenzo, conformar un portafolio de promoción turística de Leticia, Santa Marta y Ciénaga Grande, Bahía Solano y Cartagena. Su archivo fotográfico ha permitido ilustrar publicaciones de gran variedad temática, entre ellas, las memorias que publica anualmente el Premio Corono Pro Hábitat. Algunas fotografías decoraron por un tiempo los corredores del aeropuerto El Dorado y también fueron el motivo para una agenda y un calendario del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Sus escritos sobre fotografía aparecieron en revistas como Escala, Diners y Credencial.
Lorenzo y la cerámica precolombina
Para la conmemoración del sesquicentenario de la fundación de Bogotá llegó a manos del director del Fondo de Promoción de la Cultura (adscrito al Banco Popular) el manuscrito sobre la fundación y desarrollo de la ciudad del arquitecto Carlos Martínez, decantación de las investigaciones que llevó a cabo a lo largo de toda su vida. El Fondo tiene como función prioritaria el manejo y cuidado de la colección de cerámica precolombina más importante y significativa del país y de la administración de dos museos arqueológicos, el de la Casa del Marqués de San Jorge en Bogotá y el de La Merced en Cali. Cuenta, además, con varias colecciones editoriales para cumplir con la divulgación de ensayos e investigaciones especializadas en temas atinentes a la cultura colombiana.
Hubo cambio de director y fue nombrada Alicia Eugenia Silva, con quien Lorenzo tuvo que dialogar sobre la publicación del libro, este fue tan bien recibido que la directora le propuso crear una colección de libros que exaltara los valores de la cerámica precolombina. Se planteó la colección “Arte de la Tierra” que incluyó en cada tomo tres tópicos: un escrito de expertos en el tema, una muestra fotográfica de las piezas más significativas y un catálogo técnico de las piezas escogidas. Los ocho tomos estuvieron estructurados de acuerdo con las regiones culturales que produjeron en su momento las piezas cerámicas.
Incursionar en este nuevo aspecto de la cultura colombiana le abrió a Lorenzo un nuevo campo de acción que muy pronto se convirtió en otra área de investigación y aprendizaje, lo que redundó en ser convocado a ser parte de un equipo de trabajo para la reestructuración de los museos adscritos al Fondo. Gracias a la confianza depositada por la dirección, al apoyo irrestricto del antropólogo del Museo, Álvaro Chaves, y al contar con un equipo de trabajo de jóvenes, liderado por el arquitecto Eduardo Gordillo, acogió entusiasmado este reto y aceptó asumir la responsabilidad asignada. Se inició por el montaje en el Museo La Merced de Cali para luego pasar a La Bagatela de Villa del Rosario y finalmente a la Casa del Marqués de San Jorge en Bogotá.
La divulgación de su colección de cerámica precolombina es una de las funciones primordiales del Fondo a través de los museos arqueológicos a su cargo. En este aspecto uno de los más inusitados logros ha sido la presentación de más de mil piezas originales que salieron de la ceramoteca para una gran exposición que con el nombre de FORMA y FIGURA se montó en 1992 en uno de los grandes pabellones de Corferias. Este centro de exposiciones, el más importante de la ciudad, dedicó en ese momento sus instalaciones exclusivamente a la conmemoración de los 500 años del encuentro de dos mundos. Para Lorenzo es un orgullo haber sido parte del equipo que concibió la idea, creó la estructura conceptual y diseñó el montaje para ofrecer al público una visión contemporánea de muy valiosas piezas cerámicas del mundo precolombino que, en verdad, son atemporales.
Viene a mente la frase que en la entrada N° 981 del libro de visitantes uno de ellos plasmó: “A los organizadores de esta magnífica exhibición: fue y es la mejor muestra de nuestra bellísima cultura. Si esta exposición se pudiera llevar al exterior las colas de gente llegarían al polo norte. FELICITACIONES”. Luisa Caviedes, ceramista colombiana residente en Washington D.C.
Lorenzo confiesa que agradece al destino el haberle proporcionado la oportunidad de incursionar en este nuevo campo de la cultura colombiana, así, pasó de ser una persona que difícilmente distinguía una vasija de otra, a ser alguien que aprecia y valora cada una de las piezas que manejó en el montaje de los tres museos y en la elaboración de las diversas publicaciones que editaron. El trabajo de estructuración, coordinación editorial y edición de la colección de los ocho tomos de “Arte de la Tierra” fue un proceso de aprendizaje que se dio de la mano de expertos y de la posibilidad de trabajar con los objetos originales.