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Emisión de estampillas de 2020, cuyo tema fue la arquitectura popular colombiana, proyecto de la Unión Postal de las Américas, España y Portugal (UPAEP) y el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

Fecha de emisión: 
Noviembre 25 de 2020

Presentación: 
Hoja con 6 estampillas

Tamaño: 
40 x 30 milímetros

Tiraje: 
20.040 estampillas

Impresor estampilla: 
Cartor Secutity Printing

 

La Unión Postal de las Américas, España y Portugal (UPAEP), organismo internacional de carácter intergubernamental, fundado en 1911 en la ciudad de Montevideo —conformado por los gobiernos de 28 países miembros y cuya finalidad primordial es promover la cooperación técnica entre los operadores postales de los países miembros— propuso para finales de 2020 en Colombia una emisión filatélica con el tema de la arquitectura popular colombiana que dio como resultado una serie de seis estampillas. Esta emisión se autorizó mediante la Resolución 2159 de 23/10/2020 del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

Servicios Postales Nacionales, entidad vinculada al Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, a través de 4-72 Jefe Nacional de Filatelia, fue la encargada de llevar la resolución a la práctica.

 

 

LA ARQUITECTURA POPULAR EN COLOMBIA

 
Textos: Lorenzo Fonseca Martínez, Alberto Saldarriaga Roa
Fotografías: Colección CEAM Ltda. (L. Fonseca y A. Saldarriaga)
“La arquitectura vernácula no se mueve a través de los ciclos de la moda. Es inmutable, en última instancia, inmejorable, hasta conseguir su propósito de perfección”.
B. Rudofski

Bernard Rudofski, en su trabajo Arquitectura sin arquitectos, pone en evidencia que antes de la aparición de la arquitectura como asunto especializado, el mundo respondió a sus necesidades de habitabilidad haciendo uso de los materiales disponibles en cada región y valiéndose de la tradición constructiva heredada de generación en generación, a través del tiempo, con respuestas congruentes con el entorno natural y cultural en el que se construye. Esto aún hoy se vive en regiones donde los procesos de modernización no han tenido fuerte impacto, situación que ha permitido mantener tradiciones constructivas, especialmente en las zonas rurales, ya que en las urbanas los procesos de transformación e industrialización tienden a ser terminantes.

Colombia, país privilegiado por su ubicación en el trópico andino, cuenta con costas en los dos océanos, con la presencia de la cordillera de los Andes bifurcada en tres ramas que configuran valles interandinos, con planicies de los Llanos Orientales y con una gran zona de territorio que hace parte de la Amazonía. Características que definen la Nación como multirregional y, por ende, pluriétnica, al haberse conformado con tradiciones de sus habitantes aborígenes y con la presencia de gentes de otros continentes a raíz del encuentro de dos mundo (1492). Conquistadores, colonizadores y esclavos fueron llegando y se asentaron para permanecer; posteriormente, con la llegada de migrantes de diferentes latitudes, se definió un interesante proceso de mestizaje que hoy nos caracteriza.

Condiciones ambientales y culturales hacen que las soluciones de habitabilidad en el ámbito popular —o vernáculo— sean diferentes para cada lugar geográfico de la nación, de acuerdo con su ubicación, clima, materiales disponibles y tradición constructiva de sus habitantes. Resultado que ofrece una muy interesante muestra contrastada de soluciones arquitectónicas de carácter popular que además brinda una clara identidad a cada una de las regiones colombianas.

Para la colección de la serie de estampillas ARQUITECTURA POPULAR EN COLOMBIA se escogieron seis regiones del país que muestran la diversidad en la tradición constructiva de la vivienda vernacular.

Ciénaga Grande de Santa Marta, Puebloviejo. Departamento del Magdalena

Las construcciones lacustres (palafíticas) de la Ciénaga Grande de Santa Marta, en la costa norte del país, se establecieron a principios del siglo XIX como campamentos temporales de pescadores que habitaban en las orillas del complejo de lagunas que hacen parte de este sistema natural. La vivienda se basa en una secuencia constructiva que parte de la construcción de una plataforma o “troja” rectangular apoyada sobre pilotes de mangle enterrados en el fondo de la ciénaga (con profundidad de un metro a metro y medio). Sobre ella se construye la casa, con cerramiento en madera aserrada y techo en hojas de palma que cubre un recinto cerrado para la habitación y un espacio donde se cocina. La sumatoria de unidades que parecen flotar en el agua define su identidad particular. En el país las construcciones lacustres se encuentran también a lo largo de la extendida costa pacífica colombiana.

Fotografía: Buenavista, Ciénaga Grande, Magdalena
Península de La Guajira. Departamento de La Guajira

La región de La Guajira, en la parte norte de la península, sobre el mar Caribe, es una zona tropical desértica y ardiente donde habita hoy en día el grupo indígena Wayúu. Viven en las llamadas “rancherías”, debido a la presencia de numerosas construcciones en un solo conjunto para alojar varias familias. Están conformadas usualmente por unidades de habitación que son un rectángulo alargado con techo a dos o cuatro aguas; por enramadas, espacios cubiertos sin muros, corrales y caedizos. La cocina usualmente es un fogón de piedras en el suelo ocasionalmente en enramada. El material predominante en los muros es el bahareque y en las cubiertas se cuenta con el “yotojolo”, tallo del cactus que se aplana y se deja secar al sol para, una vez seco, utilizarlo como láminas planas superpuestas, también se utiliza la hoja de palma. El yotojolo sirve también como encerramiento de corrales y cercas divisorias. El tono sepia del medio natural parece continuar en muros y techos para mimetizar las construcciones en el paisaje.

Fotografía: Uriaichi, Riohacha, Guajira
Islas de San Andrés y Providencia

La apropiación de una arquitectura de origen inglés por la población africana de las islas de San Andrés y Providencia en pleno mar Caribe se produjo desde finales del siglo XVIII. Las crónicas del siglo XIX sobre las islas ya refieren la existencia de casas de madera bien trabajada y pintada de colores. La construcción es un excelente ejemplo de desarrollo de unidades de vivienda a partir de un prototipo básico: una construcción rectangular sobre pilotes cuyo interior está dividido en dos recintos. Los componentes adicionales que intervienen en su desarrollo complementario son los altillos o áticos, los corredores cubiertos con barandales y los bordes de los aleros calados en madera. Con estas combinaciones se logran muy diversas viviendas que alcanzan hasta tres pisos. La fuerte inclinación de los techos y el llamativo contraste de colores en los muros, construidos en madera machihembrada, y en los postigos de madera le otorgan su identidad.

Fotografía: San Luis, San Andrés Isla.

Cuando aún no había salido esta estampilla el archipiélago sufrió el paso del huracán Iota que destruyó casi totalmente las construcciones de la isla de Providencia. El homenaje que representa el registro filatélico de una tradición arquitectónica debería ser, además, el voto para que la reconstrucción sea respetuosa de la cultura isleña.

Cordillera Central. Zona cafetera antioqueña. Departamento de Antioquia

Las medidas tomadas por el gobierno a finales del siglo XVIII ampliaron considerablemente las fronteras agrícolas en la región antioqueña, que se fueron colonizando paulatinamente por la presencia de la minería que requería provisiones agrícolas y servicios. Ya para mitad del siglo XIX aparece el café en la agricultura antioqueña que años más tarde se convierte en un desarrollo comercial de primer orden. La vivienda es una simbiosis de las varias tradiciones constructivas, de la prehispánica se tiene el manejo de la guadua como elemento estructurante y de acabado; de la hispánica, el adobe para muros y la teja cerámica para las cubiertas; y de la “republicana” (siglo XIX) los calados en madera y la decoración en hierro. El culto al aseo, el amor por las plantas, las relucientes baldosas de cemento de los pisos y el manejo de colores le otorgan una clara identidad a las construcciones de esta región colombiana.

Fotografía: Jardín, Antioquia
Altiplanos andinos. Departamento de Boyacá

En la cordillera andina se encuentran, a más de 2000 metros de altura, fértiles valles altiplanos de clima frío, propicios para la agricultura y la ganadería, habitados ya por las poblaciones aborígenes. Los más significativos se encuentran, unos, en los departamentos de Nariño y Cauca y otros en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá. En el altiplano nariñense donde se mantiene población indígena se trabajan los muros en bahareque y techo a cuatro aguas en paja según la tradición constructiva que sigue vigente con los materiales naturales y son muchos los ejemplos que aún hoy se encuentran. Por el contrario en el altiplano cundiboyacense, por la influencia constructiva de las ciudades capitales, estas tradiciones precolombinas han ido despareciendo, sin embargo en esta región la tradición colonial sigue vigente y se encuentran construcciones donde el adobe en muros y la teja cerámica en techos son frecuentes en las soluciones populares. Esta tradición colonial también está presente en construcciones rurales del altiplano nariñense. Las construcciones con muros en bahareque sin acabado y techo de paja y las levantadas con muros de adobe con acabado de pintura y techos en teja cerámica conforman la identidad de las construcciones rurales de estas regiones colombianas.

Fotografía: Jenesano, Boyacá.
Región del Magdalena Medio. Departamento del Tolima

La extensa cuenca del río Magdalena, que riega fértiles tierras, para su estudio se subdivide en tres regiones, alto, medio y bajo. El Magdalena Medio incluye los departamentos de Tolima, Huila y Cundinamarca. En sus campos se asientan descendientes de los grupos indígenas que habitaron esa zona, en su mayoría de la etnia pijao. Muchas de las viviendas populares rurales de esta región conservan la tradición constructiva ancestral. Los sistemas constructivos se basan en el empleo de materiales “naturales” sin elaboración ni transformación: maderas rollizas, varas y piedra, barro y tierra, hojas, tallos y fibras. Manejan el bahareque para los muros de cerramiento, y los techos, a cuatro aguas, en hoja de palma. Usualmente son viviendas de más de una unidad y entre ellas la cocina es una diferente a las demás. El esmero en la elaboración de los techos con acentuadas pendientes, en los que las aristas se definen con cuidado, y el contraste con los muros en bahareque, acabados y blanqueados, son contundente imagen de la construcción.

Fotografía: Guamo, Tolima.

Reflexión final

En los ejemplos escogidos para ilustrar el tema de la arquitectura popular colombiana localizada en sitios diferentes a los asentamientos urbanos, se hace evidente cómo las tradiciones constructivas ancestrales han sido fuente esencial para la solución popular de la vivienda en cada región. Si bien los componentes constructivos básicos en cada tradición tienden a ser los mismos, las condiciones del lugar y los saberes de sus gentes ofrecen en cada región una manera diferente de combinarlos, manejarlos y decorarlos para brindar la diversidad que las imágenes evidencian.

En pleno siglo XXI y con la presión a la urbanización del planeta, hay una tendencia a la industrialización de la construcción y a la universalización del lenguaje arquitectónico imperante, situación que poco a poco ha llevado a la desaparición de las tradiciones, las que, para que permanezcan en el tiempo, requieren estar vivas, activas y dinámicas entre las gentes que las conocen y manejan para que continúen en el futuro. De lo contrario, en las circunstancias actuales, tienden a convertirse en referencias de un pasado sin continuidad y entrar en la memoria colectiva como algo que fue y ya no existe.

Por esto, la presencia de ejemplos constructivos como el de los Wayúu en la Guajira, el tan diverso manejo de la guadua en la zona cafetera, el uso de la hoja de palma en los techos del Magdalena Medio y el elaborado trabajo de la madera en las Islas de San Andrés y Providencia son fuentes de esperanza para que tradiciones tan significativas continúen como parte integral de la identidad colombiana.

Bogotá, octubre 2020

 

Bibliografía

 

Anzellini, Martín y otros (2016). Técnicas vernáculas. Patrimonio natural. Bogotá.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1984). La arquitectura de la vivienda rural en Colombia, vol.1, Minifundio en Oriente de Cundinamarca, Valle de Tenza, Región de Girardot, Sabana de Bogotá, Costa Atlántica, Altiplano de Ipiales. Editorial Carrera 7ª, Bogotá.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1984). La arquitectura de la vivienda rural en Colombia, vol.2, Minifundio cafetero en Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda. Litocencoa, Cali.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1985). Vivienda en Madera, San Andrés y Providencia. Cuadernos PROA 7. Sección de publicaciones del SENA, Bogotá.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1992). Arquitectura popular en Colombia. Herencias y tradiciones. Impreandes, Bogotá.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1992). Vivienda Guajira. Litografía Arco, Bogotá.

Fonseca, Lorenzo y Saldarriaga, Alberto (1997). Capítulo Colombia. En Oliver, Paul (ed.) Encyclopedia of Vernacular Architecture (vol. 3).

López, Cecilia y otros (2020). Hábitat palafítico (documento en edición). Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.

Oliver, Paul (ed.) (1974). Shelter and Society. New studies in vernacular architecture. Barrie & Jenkins, Londres.

Oliver, Paul (ed.) (1997). Encyclopedia of Vernacular Architecture of the World. Vols.: 3. Cambridge University Press, Cambridge.

Rudofski, Bernard (1973). Arquitectura sin arquitectos. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires.

Sánchez, Clara Eugenia (2004). La casa isleña. Patrimonio cultural de San Andrés. Unibiblos, Bogotá.

Sánchez, Clara Eugenia (2009). The Last China Closet. Arquitectura, memoria y patrimonio en la isla de San Andrés. Unibiblos, Bogotá.

 

 

La emisión de las estampillas con el tema de la arquitectura vernácula colombiana fue presentada el 25 de noviembre de 2020 en la XXVII Bienal Colombiana de Arquitectura y Urbanismo, organizada por Sociedad Colombiana de Arquitectos. En este evento Lorenzo Fonseca, director de PROA, recibió un reconocimiento por su aporte en la creación de esta colección.